Turismo

Tú no sabes quedarte. Llegas, desordenas mi vida y te vas: lo tuyo no es amor. Es turismo emocional.
— Edel Juárez

Hay barcos que navegan a la deriva, otros son cruceros y sólo buscan el paraíso y hay barcos que hacen exactamente la misma ruta constantemente, el eterno retorno. 
Hay barcos que trabajan bajo tempestades, barcos que aguantan todo, barcos de confianza, que llevan recorriendo el mismo mar una eternidad. Siempre buscan lo mismo, sean atunes, antxoas, lo que sea. Siempre tienen la misma ruta marcada y por nada del mundo se irían a Noruega a por salmón.

Pero los barcos, ay, los barcos. Por lo menos ya conoces su mapa, su ruta, su destino. Y es que hay personas así, como reza Edel Juárez. Hay personas que van a la deriva, y que encallan en alguna costa y se quedan ahí, como esos barcos que se quedan en la arena cuando baja la marea. Nunca los ves con su capitán, simplemente están.

Después están los barcos del eterno retorno, los de temporada. Esos barcos son peligrosos. Dios sabe por qué se metieron a hacer esa ruta, pero llegan, conquistan con todo lo que tengan que pescar y se van. Para volver cuando ese destino se haya recuperado. Y así hasta el final de los días, hasta que la costa de ese país decide poner unas leyes, y unos límites en la zona. Porque no puede ser que un barco se lleve todo.

Y luego están los barcos de recreo, los cruceros, los yates. Esos que van en busca de aventuras. Van, con la emoción de lo nuevo, del turismo de nuevas experiencias, de conocer algo diferente, y hacen muy felices en poco tiempo. Pero después siempre vuelven a su puerto, en temporada baja nadie visita esos destinos. Ni los yates, ni nadie.

 

Y es que de los destinos venía yo a hablar. Porque de ciertos destinos sólo se acuerda uno en temporada, mientras que el resto del año, bueno, tienen su puerto de confianza, donde arreglan todos sus cachivaches. De los destinos sólo se acuerdan los barcos del eterno retorno cuando tienen necesidad, o cuando se han recorrido los siete mares y no encuentran lo mismo. Pero nunca atracan de verdad.

¿Y quién soy yo para decirle al turista a qué destino ha de viajar? Pero es el destino quien tiene que considerar qué es lo mejor para la sociedad que vive ahí.

A pesar de que haya destinos que han asumido que, para cierto tipo de público, simplemente son eso, un patio de recreo donde pasar las temporadas en las que se quieren olvidar de la realidad.