Entre Sombras y Faros de una Vida Funcional
Personas funcionales, a veces demasiado funcionales. Me despierto, me quedo unos minutos en la cama con los ojos cerrados, imagino una vida que no tengo, imagino lo que no podría contar a nadie jamás, y después suena la alarma del móvil. Generalmente, me despierto unos minutos antes y me doy ese rato para permitirme cierta fantasía antes de que empiece la vida real. Miro el móvil; a veces, una sonrisa al ver las notificaciones, otras solo busco algún reel tonto para compartir. No miro la lista de visualizaciones, no entiendo el orden de quienes aparecen, ni por qué siempre aparecen las mismas personas al principio; prefiero no saberlo.
A veces voy directa al ordenador porque el café ya está hecho; a veces hago yo el café mientras me llevo el ordenador al sofá para ponerme al día con los mensajes y ya entro de lleno en... bueno, el resto del día.
El resto del día se compone de momentos -muchos- muy concentrada en los que consigo hacer todo lo que tengo que hacer, y momentos de bloqueo pensando en esas palabras que me dijiste la última vez que hablamos. En lo que tendría que haber dicho. En la imagen que tienes de mí. En la vergüenza que paso cuando me acuerdo, en la ansiedad que siento por todo esto. Pero meneo la cabeza, respiro hondo y pienso que tengo que seguir. Que siempre he seguido, que llevo demasiados años siguiendo. Que no me extraña mucho la facilidad que tengo para que se me llenen los ojos de lágrimas, y que tampoco sabías lo que iban a suponer esas palabras. Te hablo a ti, a ti, y a ti. No solo a ti. No te culpo (casi); a todos nos pasan cosas. A todos nos afecta lo anterior, a todos nos afecta lo de ahora. Pero no entiendo, ni entenderé que asumas cosas sobre mí sobre las que no sabes nada. Ni tampoco lo entiendo de ti, de ti, ni tampoco de ti. De ti, que me conoces más, solo creo que hay un montón de errores que nos han llevado ahí. Nacida del mar, a mil millas de distancia de ti. Aunque sé que la oscuridad puede tocar nuestras vidas, no eres una valentía ordinaria, sino un faro de luz en la noche más oscura. Siempre lo has sido. Ya sabes que, como el final del día, cuando termino, dejo de ser funcional; cuando el cerebro dice basta, y entonces llegan todos los pensamientos, todo lo que tú me dijiste ayer, todo lo que no quiero que tú imagines de mí, todas las oportunidades que ya he perdido de demostrar unas cosas, todas las veces que me he dejado llevar para no pensar, cuando pienso en ese día, en el momento exacto en el que se torció todo, en que en realidad nunca he confiado en mí misma. Y que cuando empezaba a hacerlo, de repente una frase, o la sensación de que ya te has formado una idea de mí, hace que a mitad del día haya dejado de ser funcional. Pero, ¿qué vas a saber tú, si no me ves, y qué vas a saber tú, si piensas que ya lo has visto todo?
Supongo que tú, tú, tú, tú y yo encontraremos al final del día, cuando nos olvidemos de la funcionalidad, un faro de luz en la noche más oscura. Supongo que, hasta el momento, hasta hoy, siempre he encontrado un camino hacia la luz.