Una noche en el Liberty Grill

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Ayer me llevaron a cenar al Liberty Grill. Aunque, bueno, voy a ser sincera, la idea era ir a por lo más parecido a una txuleta que encontráramos en Cork, y fuimos al Elbow Lane. Quién iba a adivinar que un martes a las 7.30 pm iba a estar completo –y no cogen reservas-, así que fuimos a tomar una pinta al Oliver Plunkett (paso mucho tiempo allí, es un pub típico irlandés con muchos tipos de whiskey, whiskey que no bebo, pero os lo cuento).Y pusimos rumbo al Liberty Grill, en Washington St. Un sitio al que llevo queriendo ir desde que vine a por brunch (creo que el viernes desayuno allí, porque la vida puede ser maravillosa).

Estaba completo también, pero la camarera, una chica la mar de maja, nos dijo que si esperábamos en el bar de al lado tomando algo, en cuanto se librara una mesa venía a buscarnos. A ver, que no sé si me habéis entendido, que salía del restaurante, andaba por la calle, y venía a por nosotros. Ahí ya estuve a punto de abrazarla. Así que fuimos al bar de al lado, otra pinta y estaba el partido de España puesto, y lo cambiaban a ratos con el de Inglaterra, por igualdad (algunos de los que me leéis vais a entender esto). Acabamos hablando de futbol con el camarero, que me reconoció que estaba alucinado por la capacidad que tenia de saber datos de jugadores.

Al cabo de 25 minutos estábamos a punto de llorar del hambre que teníamos, y no eran ni las 9pm, pero es que me he acostumbrado a Irlanda y a sus horarios y ahora ceno, como tarde, a las 7pm, pero me parece mucho tardar, si ceno a las 6.30pm soy muy feliz. Y ahí estábamos, en esa mesa, la mar de bonita puesta decidiendo el vino.

Mirad.

El mejor Rioja era un tempranillo que se dejaba beber del que no quise ni mirar el precio porque seguramente en el Eroski de Gran Vía esté por 2€. Bueno, hablemos de carne. Aquí no se le llama entrecot ni solomillo, así que aprendí como se decía entrecot. Ya no me acuerdo –el vino hizo efecto-, pero me pedi uno, con unas setitas, con unas patatas fritas, AY AMA. Al cabo de 4 minutos volvió la camarera a preguntar a ver qué tal estaba todo. Los que me conocéis: le miré con esa cara que pongo cuando como 1) algo hecho por Marti Buckley Kilpatrick 2) txuleton 3) la que pondré cuando vuelva a beber txakoli 4) la que pongo cuando vamos los viernes al McDonald’s después de que matéis de hambre a la hora de los vinos, Chanca, también vale la de un domingo de resaca en el McDonald’s antes de ir al cine 5) la que pongo mientras digo que estoy en el paraíso (Mai, Lore, Eli, esta es para que os riais un poco). Para los demás: ojos en blanco mientras hago un gesto con las manos así como muy dramático mientras le juro amor eterno. La camarera por los suelos. Los de al lado también. Por cierto, pidieron lo mismo después de mi reacción. Bebimos vino, comimos carne. A mí se me hace feliz con poco –bueno, resulta que es uno de los mejores restaurantes de Cork, así que poco tampoco fue-. La pena vino después, que buscamos una heladería en Cork, porque aunque hiciera un frio de narices, daba igual, queríamos helado. Bien. Fue imposible.

Pero una noche ideal, os digo, más martes así en mi vida. Y el viernes me voy de excursión a Kinsale, que es un pueblo costero muy mono a 30km de aquí. Ya pondré alguna cosilla. A todo esto, en un par de semanas me mandan a Dublín por trabajo y esa semana me voy a Londres a pasar el fin de semana, because yes.

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