Arena y Gas
Durante los últimos 10 años de mi vida he tenido muchas razones para estar triste. Tengo tendencia a estarlo, lo he contado aquí. Aunque me puedo reír de mis desgracias.
Digo que tengo tendencia a estarlo, pero es muy distinto a tener predisposición. He tenido que trabajar mucho para no sentir y que no me afecten los comentarios de la manera en la que me han afectado siempre. No es que ya no lo hagan, es que he aprendido a desarrollar cierta protección.
Pero es alucinante la cantidad de sorpresas que nos podemos llevar por no prestar atención a los detalles o por la idealización de las personas. Ahí me culpo en poner altas expectativas en la forma de ser de las personas. En la forma de ser que venden, de ser un —por ejemplo— hombre con una ética y moral envidiables, muy inteligente, cuyo alrededor siente adoración por él, y de quien nadie habla mal jamás. Da lugar a pensar que es el tipo de persona que quieres tener a tu lado.
Pero después de mucho tiempo queriendo algo, quizás perdemos el foco de lo que queremos y es más una cuestión de consecución de objetivos más que lo que nos aportaría conseguirlo en sí.
A veces una conversación complicada es la que hace que todo salga a la luz, otras un rechazo, y a veces se cruzan límites que no querríamos cruzar pero porque somos incapaces de no tener la información. Y si no no se nos proporciona la verdad, tenemos que buscarla.
La famosa luz de gas es más habitual de lo que me gustaría admitir. Esta táctica debe su nombre a la obra de teatro de 1938 "Gas Light" y a las películas que se hicieron después, donde el malvado esposo intenta volver loca a su mujer haciendo pequeños cambios en su hogar, como justamente, ajustar la intensidad de las luces de gas, y luego negando que esos cambios hayan ocurrido. ¡Todo un romántico!
Ahora, ¿cómo identificar si estamos siendo protagonistas de una película de "luz de gas"? Si de repente te encuentras cuestionando tus propios recuerdos ("¿Realmente dije eso?"), o tu pareja insiste en que tu percepción de la realidad está equivocada ("Eso nunca pasó, te lo estás imaginando"), podrías estar en medio de una escena digna de Oscar por su dramatismo.
Con el tiempo y la experiencia me he dado cuenta de que he comprado argumentos pobres, he pillado mentiras para las que tenía pruebas irrefutables e incluso he llegado a estar en una conversación sin parar de llorar pensando que había errado mientras me decían: “todos mis amigos te odian, pero eso me da igual, tengo más personalidad que esto, y yo quiero estar contigo”. Spoiler, no era así. Pero para todo esto siempre hay que esperar.
Pero es muy habitual. Hay quien la utiliza cuando te das cuenta de que evita cualquier contacto contigo en público, te das cuenta, y se lo haces saber. Cuando niega que eso sea así, y sobre todo cuando además todo esto es culpa tuya por X,Y,Z razones. Cuando te das cuenta de que has cedido en todo con una persona sea pareja, amistad, y que perdonas o disculpas todas las acciones que en realidad te son dañinas es momento de despertarse un poco de esta ensoñación. Yo nunca pensé que permitiría a alguien decirme durante tres horas las razones por las que su entorno no me quiere ver ni en pintura, pero pasó, y aún así no le reproché nada. Pero en el fondo siempre sabemos lo que pasa, pero nos falta tiempo para volver a la calma y analizar lo sucedido.
Hay que esperar a que todas nuestras sospechas se confirmen. Confiad más en lo que sospechéis, a veces lo tenemos delante pero no queremos verlo, y no lo aceptamos por miedo. Por miedo a la soledad, porque en nuestra balanza quizás vale más el tiempo o los sentimientos que un hecho aislado, porque en el momento no nos damos cuenta del daño a largo plazo que nos están haciendo, o de cómo nos han culpabilizado por tomar decisiones o simplemente ver lo que teníamos ante nuestros ojos.
Y no nos engañemos, esto no pasa exclusivamente en relaciones de pareja. Ocurre en las relaciones en general. No sé si algún día seré capaz de que no se me ponga un nudo gigante en el estómago cada vez que pienso en las veces que me ha pasado. Han sido muchas, y como pasa después de un día entero en la playa sin peinarse, hace falta trabajo, paciencia, y una buena mascarilla para desenredar todos los revolcones de las olas. Sales viva, eso seguro, pero la arena sigue apareciendo durante días.