Sun(ny)day
Los domingos me gustan. Sobre todo si hace bueno y salgo a pasear, pero me gusta quedarme hasta tarde en la cama.
Me gusta sobre todo ver el mar en domingo. Estoy acostumbrada a tenerlo muy cerca, a 4 minutos de mi casa. Sin embargo llevo unos años algo más lejos.
Me gusta sentarme y ver como se hace de noche.
¿Te has fijado alguna vez cómo parece que a la gente le gusta el mar solo si hace bueno? Si hace sol y hay una brisa agradable.
Cuando cae la noche, las olas se vuelven más peligrosas, la suave brisa se convierte en un viento más desagradable y, en mi imaginación, es cuando los tiburones salen a jugar. Nadie quiere nadar así.
Espero que nadie te haga sentir así jamás, espero que nunca hagas sentir a nadie así. Como si fueran personas que solo nos gustan a la luz del sol, en lo bueno, en calma.
Porque a veces es en lo más oscuro de la noche cuando se conoce a las personas. Cuando se descubre lo bueno. Esa oscuridad que merece la pena para entender de dónde viene esa luz.
Me gusta sentarme a mirar el mar cuando es domingo. Aunque anochezca antes de tiempo, incluso cuando aún es de día.