En busca de la patata frita perfecta

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Aprobar y suspender

Algunos sabéis que estos últimos meses han sido especialmente duros por un par de asignaturas en la vida que me ha tocado suspender y aún estoy recuperando. 

Y cuando suspendes algo, y se te hace difícil remontar, sufres intentando aprobar aquello que antes se te hacía fácil. A mí me pasó en los últimos años de colegio, que incluso las asignaturas que me habían ido divinamente en el cole se veían afectadas por el efecto dominó de mi nulidad en matemáticas. Pero ese es otro tema.

Cuando suspendes siempre puedes recuperar. Puede que a la primera no, pero siempre tienes hasta 5ª convocatoria, y la gente suele hablar de la opción esa de pedirle al Rey que te apruebe.
Pues con la vida lo mismo, puede que a la primera no apruebes, pero es que nadie es experto en la materia y, a veces, hace falta suspender para saber lo que quieres estudiar.

Desde hace meses había ido, progresivamente, perdiendo toda la Fé en este país y lo que tiene para ofrecerme. Disclaimer: sigo sin tener claro que haya mucho más.

Me he hecho la pregunta, bueno, las preguntas, cien mil quinientas ochenta y cuatro veces, y es debido a un cúmulo de razones. Algunas, de momento, no se pueden decir públicamente, porque hay ojos en todos lados, y eso es peligroso, y otras, simplemente son que quizás sea el momento de que deje de pensar con la cabeza tantísimo, y deje a otro órgano de mi cuerpo ayudar en las decisiones. 

Pero reconozco que este finde me ha servido para no pensar tanto en esas cosas, aunque no deje de dar vueltas al rumbo que quiero que tome mi vida. Tengo suerte aún sabiendo que muero de ganas por volver algún día. Tengo suerte porque me he encontrado aquí a unas personas maravillosas. La gran mayoría ha formado parte de este fin de semana, y lo siento por el batallón de fotos, pero es que estamos muy monas, y muy felices, y comimos un risotto de langosta que me quise morir ahí mismo. Y vimos a Hugo Salazar (sí, el de OT2, y sí, una de nosotras estuvo a punto de decirle que era muy de Hugo y Nika).

Pero sí, es difícil mantener ciertos estándares de positivismo cuando tienes gente que te quita la energía y las ganas de seguir en este sitio, en general. Y si a eso le sumas la maleta emocional y que te encantaría, la mayoría del tiempo, estar en casa. Buen blanco y en botella. Leche .

Pero este finde ha sido especial, y os doy las gracias, porque hacía tiempo que no me reía así. Excepto el otro día cuando Alicia Y. me electrocutó y empezó a oler a chamusquina. 

Así que por los buenos momentos, por la comida, por las cenas en Las Tapas de Lola, los paseos por Howth, por los malos momentos que unen a las personas, por casi 8 meses en esta ciudad, por las caminatas y tiempos récord, por los brunch en familia y las copas con Marcos y Marta, por las nuevas amistades que son ya como de toda la vida. Y sobre todo, por un futuro infinito mejor para todos nosotros. Porque no todo es la felicidad de las fotos de Instagram, como siempre os digo, no queréis que publique los llantos después de algunas conversaciones, los pensamientos todas la noches antes de acostarme de querer meter todo en cajas y pirarme. 
Por mi parte, como le prometí a una persona a la que aprecio mucho, prometo no perder el brillo. El brillo ese que dice que tengo de llenar una habitación de positivismo solamente estando ahí. El brillo que le preocupaba ver cómo había ido perdiendo los últimos meses. Prometo recuperarlo, de algún modo.