En busca de la patata frita perfecta

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Guilty as sin

Las relaciones en estos días parecen más un campo de batalla de egos que una búsqueda genuina de conexión. Veo a gente que se encuentra con alguien que les emociona, que despierta en ellos esa chispa olvidada, y en lugar de lanzarse a ver qué pasa, pisan el freno de mano con fuerza.

Es una danza torpe y cínica donde cada paso está calculado. Si muestras demasiado interés, corres el riesgo de parecer desesperado. Así que la gente mantiene la guardia alta, juega al distanciamiento estratégico y reza para que la otra persona no se dé cuenta de que, en el fondo, está tan asustada como ellos. Y así comienza la lucha de egos, una batalla interminable donde el que demuestra menos interés aparentemente gana.

Y entonces, llega la frase temida: "Quiero fluir". Ah, esa palabra. Fluir. ¿Qué significa realmente? En teoría, suena bonito, libre, natural. Pero en la práctica, parece ser un eufemismo para "quiero todas las ventajas de una relación sin ninguna de las responsabilidades". Quieren tenerte cerca, disfrutar de tu compañía, tu cariño, pero sin ataduras. Y cuando la gente siente que se está acercando, cuando empieza a pensar que tal vez, solo tal vez, esto podría ser algo real, desaparecen. Ghosting, lo llaman. Un término moderno para una realidad antigua: el miedo a comprometerse, el miedo a enfrentar las emociones de frente.

Es triste, realmente triste, en lo que se han convertido las relaciones. Veo a gente dar cariño, pero solo hasta que la otra persona quiere cogerlo, y entonces desvanecerse en el aire. Alargar esa tensión hasta que uno de los dos, finalmente, se atreve a decir que quiere algo serio, solo para escuchar que "no estoy preparado para nada serio". Como dice mi amiga Maider, "son malos tiempos para la ternura". Cuando alguien es una persona cariñosa o muestra ternura, se piensan que se ha enamorado, o que ahora hay que tratarlo distinto, y no entienden que simplemente puede ser su personalidad. Simplemente puede existir una atracción física. Pero hay personas que se piensan que tienen el conocimiento absoluto de lo que son las relaciones, y que por supuesto te has enamorado locamente de su persona. Bueno, en fin, es que, esas personas, las que parece que no han roto un plato en su vida y te tratan con condescendencia muy sibilina, son las peores, las que más daño hacen y después luz de gas. “Si ya lo sabías”.

Quizás sea hora de dejar el miedo a un lado y arriesgarse. Porque al final del día, ¿de qué sirve protegernos si eso solo nos deja solos?