En busca de la patata frita perfecta

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Puentes

Hoy quería salir a pasear, nostálgica de la Fase 1 me podéis llamar.

Para mí, el hecho de que obligatoriamente tuviera una hora o dos al día para parar de dar vueltas a todo o por lo menos seguir dándole vueltas pero en movimiento y con la mejor compañía del mundo, era un momento de paz. Me hacía sentir bien, era una rutina dentro de un momento regular. 

El momento regular tuvo una serie de consecuencias, las que todos conocemos y, además, algunas personales. 

Estos días salgo a pasear sola, porque la compañía por desgracia no tiene tiempo físico para volver a la fase 1 un par de horas al día. Pero sí que he tenido mucho tiempo para pensar. Y he pensado mucho en los cambios. 

Este verano me corté el pelo (mucho más de lo que pensaba cortarme inicialmente) porque estaba hasta el gorro de muchas cosas de mi vida. Supongo que, como nos pasa a muchas, necesitaba un cambio radical para empezar con los siguientes. La vida es un poco como un blandiblú, ¿te acuerdas? 

De alguna manera todo vuelve a su sitio, aunque a veces hayamos estirado todo tanto, se nos haya caído al suelo, haya recogido porquería... pero se puede lavar y cuando se vuelve a meter en su botecito, vuelve a su forma original. Sea la que sea la forma del blandiblú. Muy irregular. 

Y, aunque los cambios se han ido sucediendo y hay cosas que se van arreglando, a veces siento que voy construyendo un puente para llegar al otro lado, pero se va rompiendo por donde paso.

Hoy el cielo está gris, llueve un poquito incluso, hoy no puedo salir a pasear. Mañana será otro día, más cerca de la otra orilla.