En busca de la patata frita perfecta

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La olla exprés de mi memoria

Hoy ha sido un domingo de los de toda la vida. De esos en los que se cae en picado pensando en el pasado. Me he agobiado, me he puesto triste, he tenido que ponerme seria para no pensar en situaciones y personas que hace años puse atrás.
Personas que, probablemente, han contribuido en lo bueno y en lo malo de mi vida ahora, a pesar de que el peso lo lleve yo.

A veces me gustaría ser capaz de escribir un libro, o una canción para cada una de esas personas o, mejor dicho, para cada uno de esos momentos. No me hace falta la moraleja, porque el tiempo pone a cada uno en su sitio. Pero, de algún modo, siento que sigue habiendo algún agujerito en mi memoria que, en vez de estar cerrado a cal y canto para las cosas que no quiero recordar, tiene un pitorro que, de vez en cuando, cuando mi cerebro está en el punto de ebullición, empieza a expulsar pensamientos como la olla exprés hace on el vapor. Y a no ser que sea un fuego controlado, es difícil saber en qué momento van a parar, así que hoy he hecho con mi cerebro como con la olla. He intentado sacarlo del fuego lo antes posible y lo he dejado reposar, un poco de agua fría si me he pasado, y he bajado la intensidad del fuego. A veces necesitamos un poco de reposo para que todo salga bien.