Eventually, you’ll get your rocket
Sé que escribir y hacer referencia sobre Gilmore Girls es algo demasiado habitual cuando me da por escribir. Pero piensa que para mí, escribir es una especie de terapia. Me ayuda a poner pensamientos en orden.
He vuelto a ver Gilmore Girls por enésima vez, paso de las partes que no me interesan mucho y siempre disfruto de mis relaciones favoritas de ambas, para bien y para mal. Y ahora mismo estoy (spoiler alert) en los capítulos de la séptima temporada en los que Lorelai y Chris están juntos.
Quizás Amy Sherman-Palladino es la voz de la verdad, o la que me gustaría que escribiera el guion de mi vida junto a Nora Ephron (Q.E.P.D.), pero como seguramente nunca ocurra, no puedo evitar verme reflejada en las historias de Lorelai y Rory.
Si me lees y me conoces sabrás que siempre he sido muy de Logan. Ahora mismo me encuentro viendo a Chistopher y, claro, lo primero es lo que entra por los ojos, lo sé, pero siempre pensé que era ideal.
La palabra es ideal. Como Logan. Los he tenido siempre idealizados y, pese a que sigo pensando que son perfectos en casi todo, que es “lo que debía pasar”, al final ellas han seguido a su corazón, porque al final es lo que hay que hacer.
Con Chris iba a ser una vida de emociones, él siempre queriendo sorprenderle, cada dos por tres, se desvive por ella porque conozca todo, planes locos: vámonos a París, sé que te encanta Funny Face (una de mis películas favoritas), así que voy a hacer que la veas de la manera que nunca la has visto. Él conoce su entorno, su vida, desde hace muchísimos años, se ríen, tienen una larga historia en común. Y se quieren muchísimo.
Luke le conoce en una etapa distinta de su vida, fuera del sitio en el que creció y viéndole en su modo más natural, con lo bueno y lo malo, le ha visto sufrir, llorar, ver las dificultades. Con Luke la vida no va de emociones, es estar en casa, tranquilos, sin demasiadas emociones y con discusiones, son realmente distintos, pero al mismo tiempo la ternura que se tienen es algo distinto a lo que ambos han tenido hasta el momento. De Luke nunca se sabe demasiado porque no habla jamás de sus relaciones anteriores, de Lorelai sabemos que ha tenido un largo camino hasta ahí, con un par de relaciones importantes, pero nada como esto. Y, aunque él no se lo diga, se quieren muchísimo.
Aunque toda la vida Chris pensara que estaba escrito que estuvieran juntos porque era lo que tenía que ser, por muchas ganas que pusieran y aunque como amigos han sido increíbles, lo cierto es que hay una ausencia de química increíble, sobre todo por la parte de Lorelai, aunque intenta que pase, que prospere, porque piensa que, quizás, al final era cierto, que Luke siempre tiene dudas, que Luke tarda muchísimo en decirle que le quiere, Luke nunca le muestra sus sentimientos hasta que es demasiado tarde y Lorelai adora la espontaneidad, decir “te quiero” no le da miedo, pero el umbral de su resistencia a soportar el mal humor, la amargura a veces de Luke aunque es muy alto, al final tira la toalla. Y piensa que lo fácil es o mejor. Y al principio lo es. E idealmente lo es. Pero a veces el corazón ha dictado sentencia, a veces cuesta un drama que Luke se de cuenta y abra su corazón, le diga cuánto le quiere. Aunque eso signifique el corazón roto de Chris, y su cabreo, y que Lorelai quizás no sea la que mejor se porte en esta historia, pero no hay manera perfecta de hacer las cosas porque le entiendo, entiendo que ella dude aunque lo tenga claro, pero entiendo que le tome mucho tiempo llegar a esta conclusión, al final, idealmente, está buscando a su compañero de vida. Alguien en quien confiar, con quien reírse, compartir todo, alguien que se preocupe por ella, que quiera el bien para ella, para su hija, y con alguien como Luke le surgen dudas porque, obviamente, su actitud no se lo pone fácil. Y para personas que no necesitan muchas muestras de cariño, quizás esté bien. Pero, para ella, como le dice en un momento de la sexta temporada: a veces hace falta que te digan que te quieren para saberlo.